domingo, 20 de enero de 2013

A emprender se aprende emprendiendo

Resulta curioso como, inmersos en la moda de la empreneduria,  no contentos con proclamarla como la solución a todos los problemas económicos del mundo mundial, además nos enredamos en marear, incluso machacar, a quienes lo intentan.

Así, tenemos el club de quienes alertan que emprender no puede emprender cualquiera, que está reservado a unos pocos elegidos. Y que, en el mejor de los caso, aconsejan a quien ose hacerlo que antes haga un máster (de por lo menos 6000€, claro!).

Y también, tenemos a los que, mediante proclamas de crecimiento personal, afirman que emprender es sólo proponérselo en la vida y te venden códigos de dinero para que (según parece) visualizándolo llegue antes.

Instituciones, medios y eventos no pueden llegar a absorber la cantidad de gurus, conferenciantes e iluminados que han llegado a surgir con la moda de la empreneduria. 

En esos dimes y diretes, anda el personal de los equipos de promoción económica local o autonómica sacando adelante cientos de miles de proyectos y atendiendo,  día tras día, a emprendedores y emprendedoras con distintas motivaciones e historias personales. Ellos integran el tercer club. El club de quienes llevamos casi toda una vida vinculados al mundo de los emprendedores y que hemos vivido las teorías más insospechadas sobre las bondades y las maldades de iniciar un negocio por cuenta ajena, según la ideología o conveniencia política de turno.

Los emprendedores por necesidad han crecido exponencialmente en los años de crisis y merecen un respeto.  A quien decide emprender hay que:
- asesorarle en gestión empresarial de guerrilla para emprendedores: Inversión mínima, endeudamiento cero, rápida implementación, costes fijos al mínimo y control de cobros y pagos para generar liquidez.
- y acompañarle mostrando un punto de partida, porque después "no hay  camino, se hace camino al andar". Machado tenía espirítu emprendedor, seguro!

La vida, de por si, es ya un intento y a emprender se aprende emprendiendo. No hay otra. ¿Acaso nos enseñaron a trabajar por cuenta ajena? ¿O nos dijeron: "usted no está preparado para trabajar para otros, déjelo? Dejemos, pues, de menospreciarles antes de que lo intenten.